lunes, 20 de enero de 2014

           EUROPA, EN TREN POR LA EXPERIMENTACIÓN.



 Film experimental del director alemán Lars von Trier del año 1991 sobre un chico americano, de origen alemán, que vuelve a Alemania para ayudar en su reconstrucción. Allí se ve relacionado con una familia con un oscuro pasado. Las tres claves en esta película son su estética de iluminación (clave baja, casi teatral), el uso que hace del color y los recursos de pantalla utilizados.

Navegando por los planos…

Durante el visionado podemos ver algunos cambios de analogía de forma (por ejemplo, pasamos de la parte delantera de la locomotora, circular, a la cara de la protagonista, también circular). Los encuadres son muy teatrales, grandes planos generales, reservando los primeros planos para los movimientos internos de los personajes (en la escena de la mesa en casa de la familia es un plano secuencia alrededor que nos deja ver a todos los personajes y en la que nos muestra siempre quien es el importante en ese momento). La escenografía es eminentemente narrativa y altamente experimental, la acción sucede en los vagones mientras que en el exterior, el fuera de campo, nos trasmite la información histórica.
Es en los códigos de pantalla donde el director más rompe las reglas, ya que proyecta imágenes dentro de la propia película, creando varios planos en uno solo y así resaltar hechos importantes para la historia, mostrando de este modo la dualidad de los personajes, realidades oníricas o simplemente visiones (por ejemplo, cuando el protagonista decide parar el tren a cualquier precio y comienza a disparar con un arma, tenemos un plano en blanco y negro de él y otro, más en color de sus ojos para escenificar correctamente su caída en la locura).



¿Quién mueve los hilos de las marionetas?

Uno de los aspectos más interesantes de esta obra del director alemán (con una extraña relación amor-odio con su país) es el papel que otorga al narrador. Es como un dios, en la historia, la cuenta e influye en ella, dice lo que ya pasó y lo que ocurrirá, maneja la narración y tira de los hilos de los personajes, le da las ordenes al protagonista sobre lo que tiene que hacer y este nunca tiene la opción de cambiar la historia. A este tipo de narrador se le puede llamar Polidiegético. Ayuda a organizar la información para
facilitar su entendimiento por parte del espectador y habla siempre en segunda persona, excepto cuando quiere describir los hechos que ocurren fuera del vagón o históricos de la posguerra alemana. Al no hablar en pasado sino en futuro no se le puede considerar un narrador omnisciente.

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